¿Qué pues haré con
Jesús?
Poncio Pilato, gobernador romano
y poderoso militar fue la figura céntrica en el juicio dramático de Jesús.
En la semana de más movimiento y
tensión en Jerusalén, se produce el encuentro con un hombre en circunstancias
que él ni anticipaba ni deseaba. Sin saberlo, las agujas del reloj de las
circunstancias marcaban con precisión matemática la hora de decisión para
Pilato. De repente está cara a cara con el ineludible Hijo de Dios. Una situación
de rutina se tornó en una crisis espiritual personal.
Se encuentra más cerca al Hijo de
Dios que nunca antes, o que jamás estaría después.
Tal como a Pilato esto demanda de
cada ser humano una decisión personal en cuanto a Jesús.
Jamás había examinado a UNO tan
majestuoso, tan puro, tan santo, tan compuesto y tan tranquilo delante de Él.
Uno cuya mirada bastaba para penetrar el recóndito más oscuro del corazón del
gobernador y juez romano y a la vez con rapidez increíble exponía el corazón
tan impuro de Pilato.
Sin embargo nunca se había puesto
de pie en su presencia UNO, cuya misma presencia irradiaba tanto amor. El AMOR
dispuesto a perdonar todo lo que su luz revelara.
La conclusión correcta.
El consejo máximo judío llamado “el
sanedrín” ya había tomado una decisión: dar muerte a Jesús. Esperaban que el
poder máximo civil y militar representado por Poncio Pilato ratificara su decisión.
Pero alguien ha dicho “Pilato rehusó ser verdugo donde no había sido juez”.
Llega a su propia conclusión y es la correcta. El Evangelio de Lucas registra
el momento en capítulo 23 versículo 15 donde dice “He aquí nada digno de muerte
ha hecho este hombre”.
La intención correcta.
Los evangelios relatan el dilema
y tortura mental de Pilato. Lucas relata “les habló otra vez Pilato, queriendo
soltar a Jesús” (Lc 23:20)
Después de que la multitud
gritara voz en cuello “crucifícale, Crucifícale”. Marcos relata “Y Pilato
queriendo satisfacer al pueblo les soltó a Barrabás y entregó a Jesús después
de azotarle para que fuese crucificado”. En ese momento se puso junto a todos
los que le rechazaban a Cristo.
La Decisión Equivocada.
En su dilema había preguntado ¿Qué,
pues, haré de Jesús llamado el Cristo? La contestación fue clara “crucifícale”
Pilato permitió que su decisión final fuese influenciada por los demás. Se derrumbó
frente a la presión de la multitud, y de conservar una amistad, de perder su
trabajo, su prestigio y su carrera pues era prioridad evitar los disturbios.
La Decisión Correcta.
Podemos estar de acuerdo con lo
que la Biblia dice o lo que la Iglesia enseña referente a su muerte. Pero, para
ser liberados de la condenación que merecemos por nuestros pecados, las
conclusiones y las intenciones correctas no alcanza. Es preciso una desición
personal a solas delante de Dios, en base de la pregunta ¿Qué PUES HARÉ CON
JESUS LLAMADO EL CRISTO?
La decisión correcta te asegura
VIDA ETERNA. Debes arrepentirte de tus pecados y aceptar por fe que Jesús murió
por ellos, agradecer al Señor por lo que ha hecho por ti y aceptarle en tu vida
como Salvador personal.
El cielo no se lora por las
conclusiones correctas o por intenciones correctas sino POR LA DECISION CORRECTA.
Haz la tuya hoy.