viernes, 29 de marzo de 2013

¿Que harás con Jesús?




¿Qué pues haré con Jesús?

Poncio Pilato, gobernador romano y poderoso militar fue la figura céntrica en el juicio dramático de Jesús.
En la semana de más movimiento y tensión en Jerusalén, se produce el encuentro con un hombre en circunstancias que él ni anticipaba ni deseaba. Sin saberlo, las agujas del reloj de las circunstancias marcaban con precisión matemática la hora de decisión para Pilato. De repente está cara a cara con el ineludible Hijo de Dios. Una situación de rutina se tornó en una crisis espiritual personal.
Se encuentra más cerca al Hijo de Dios que nunca antes, o que jamás estaría después.
Tal como a Pilato esto demanda de cada ser humano una decisión personal en cuanto a Jesús.
Jamás había examinado a UNO tan majestuoso, tan puro, tan santo, tan compuesto y tan tranquilo delante de Él. Uno cuya mirada bastaba para penetrar el recóndito más oscuro del corazón del gobernador y juez romano y a la vez con rapidez increíble exponía el corazón tan impuro de Pilato.
Sin embargo nunca se había puesto de pie en su presencia UNO, cuya misma presencia irradiaba tanto amor. El AMOR dispuesto a perdonar todo lo que su luz revelara.
La conclusión correcta.
El consejo máximo judío llamado “el sanedrín” ya había tomado una decisión: dar muerte a Jesús. Esperaban que el poder máximo civil y militar representado por Poncio Pilato ratificara su decisión. Pero alguien ha dicho “Pilato rehusó ser verdugo donde no había sido juez”. Llega a su propia conclusión y es la correcta. El Evangelio de Lucas registra el momento en capítulo 23 versículo 15 donde dice “He aquí nada digno de muerte ha hecho este hombre”.
La intención correcta.
Los evangelios relatan el dilema y tortura mental de Pilato. Lucas relata “les habló otra vez Pilato, queriendo soltar a Jesús” (Lc 23:20)
Después de que la multitud gritara voz en cuello “crucifícale, Crucifícale”. Marcos relata “Y Pilato queriendo satisfacer al pueblo les soltó a Barrabás y entregó a Jesús después de azotarle para que fuese crucificado”. En ese momento se puso junto a todos los que le rechazaban a Cristo.
La Decisión Equivocada.
En su dilema había preguntado ¿Qué, pues, haré de Jesús llamado el Cristo? La contestación fue clara “crucifícale” Pilato permitió que su decisión final fuese influenciada por los demás. Se derrumbó frente a la presión de la multitud, y de conservar una amistad, de perder su trabajo, su prestigio y su carrera pues era prioridad evitar los disturbios.
La Decisión Correcta.
Podemos estar de acuerdo con lo que la Biblia dice o lo que la Iglesia enseña referente a su muerte. Pero, para ser liberados de la condenación que merecemos por nuestros pecados, las conclusiones y las intenciones correctas no alcanza. Es preciso una desición personal a solas delante de Dios, en base de la pregunta ¿Qué PUES HARÉ CON JESUS LLAMADO EL CRISTO?
La decisión correcta te asegura VIDA ETERNA. Debes arrepentirte de tus pecados y aceptar por fe que Jesús murió por ellos, agradecer al Señor por lo que ha hecho por ti y aceptarle en tu vida como Salvador personal.
El cielo no se lora por las conclusiones correctas o por intenciones correctas sino POR LA DECISION CORRECTA. Haz la tuya hoy.

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